EL PAIS
30/04/2007

Osado y explosivo 'Wagner' de Mehta y La Fura dels Baus
'El oro del Rin' pone a prueba el Palau de les Arts de Valencia

JUAN Á. VELA DEL CAMPO - Valencia

La hora de la verdad llegó para el nuevo teatro de ópera de Valencia en la recta final de su primera temporada. Una producción de El anillo del Nibelungo, de Wagner, es para la mayoría de los teatros el punto de culminación de una larga trayectoria, la prueba de fuego de la madurez. En Valencia ha sido simplemente la traca final de una puesta en marcha.

Han sido osados, y les ha salido bien, al menos la declaración de principios de El oro del Rin. Esta tarde será el turno de La Walkyria, y en las próximas temporadas se redondeará la faena con Sigfrido y El ocaso de los dioses. La representación valenciana de El oro del Rin cumple con la aspiración a la "obra de arte total" que Wagner preconizaba desde su tratado teórico Opera y drama. La poesía, el drama, la música y el espectáculo caminan en la misma dirección. No hay transgresiones, ni siquiera por parte de La Fura dels Baus.

El soporte fundamental es la dirección musical nítida y sabia de Zubin Mehta al frente de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, un grupo instrumental que debe ser el más caro de los que hacen ópera en España, pero a estas alturas de rodaje también es el mejor. O al menos, el más brillante. El reparto vocal es otra baza clave de la representación. Por homogeneidad, por calidad y entrega: un lujo. Desde Usitalo a Larsson y Salminen, sin olvidar a las estupendas Hijas del Rin.

La Fura dels Baus ya tiene a sus espaldas una notable experiencia operística. En esta ocasión comparecía Carlos Padrissa en solitario, sin su compañero de mil batallas Alex Ollé y el artista plástico Jaume Plensa. Se nota. La estética es visualmente más furera en el sentido tradicional. Hay una combinación de cultura física y tecnológica, una tendencia a la escenografía virtual con proyecciones de alta definición. El trabajo videocreativo de Franc Aleu es fantástico. Desde la presentación de las Hijas del Rin chapoteando en unas pequeñas bañeras, y hasta las 30 figuras humanas que componen verticalmente una espectacular y simbólica imagen del Walhalla (morada de los dioses), la propuesta desprende continuamente un gran impacto visual, con un gran respeto a las intenciones de Wagner, incluso desde la utilización de unas plataformas hidráulicas que remiten a los orígenes de las puestas en escena de estas obras.

Teatralmente es más discutible. Se busca de hecho un tono estético de oratorio multimedia que, además, va de perlas a los recursos de La Fura. En una obra como El oro del Rin funciona. La realización técnica es espléndida. Se guardó un minuto de silencio de recuerdo de Rostropóvich.

 

ABC.es
30-4-2007

Dioses que hacen de dioses

"Das Rheingold" de Richard Wagner. Juha Uusitalo, Ilia Banniik, Matti Salminen, Stephen Milling, Franz-Josef Kapellmann, Ann Larsson, Catherine y Wyn-Rogers Dirección de escena, La Fura dels Baus. Orquesta de la Comunidad. Zubin Metha, director musical

JOAQUÍN GUZMÁN
Palau de les Arts Reina Sofía, 28 de Abril.

VALENCIA. Reconozco mi incapacidad para, en una columna, transmitir lo que dio de sí lo vivido el sábado por la noche. Creo no exagerar si digo que el montaje de La Fura para esta tetralogía podría iniciar un nuevo capítulo en el grueso volumen que recoge la historia de las puestas en escena del anillo wagneriano. Y lo digo cuando todavía estamos en el prólogo. Puede resultar chocante, pero Padrissa apuesta por la tecnología y lo que erróneamente pensamos normalmente que es la heterodoxia y la transgresión, precisamente para no salirse del guión y seguir a pies juntillas lo indicado por Wagner. Los dioses son dioses. Y quien se sienta escandalizado por como lo cuenta Padrissa, que se dedique a otros menesteres, porque no ha entendido nada. La técnica crea la ilusión de lo divino, llegando donde Wagner, obviamente no podía, y Padrissa lo sabe. Si me someten a la tortura de elegir un momento grande -¡cuántos hubo- la primera escena con las hijas del Rin cantando ¡y nadando! en cubos de agua, quedará para la antología de la escena wageriana.

El Wagner de Metha es transparente, cristalino. No apabulla. Fluye como el mítico río germánico pero en momentos eché en falta algo de lo que el propio Metha llama "peso", así como contención en los tempi- la bajada al Nibelheim o la entrada de los dioses en el Walhalla las podía haber retenido más (véase Solti o Furtwangler). Se sirve de un gran instrumento, sin fisuras, como es la Orquesta de la Comunidad Valenciana.

Buen nivel canoro. Imponente Wotan de Uusitalo de voz bien proyectada y dando los matices en cada momento; magnifico Salminen como Fasolt, uno de los roles de su vida, Kapellman, un Alberich repulsivo, por tanto sensacional- marca de la casa. Muy interesante también el Loge de Banniik. El resto cumplió con nota.

Éxito absoluto para todos. Padrissa y su equipo, vitoreados. Metha subió a la orquesta para ser agasajada. No era para menos.

 

LAS PROVINCIAS
30 Abril 2007

CULTURA
Mito clásico con última tecnología

César Rus

Con los tiempos que corren, asistir a un Rheingold en el que se respetan las pautas del mito original, ya es un valor en sí mismo; pudimos ver a un Wotan tuerto y con lanza, un Donner con martillo y una Freia con manzanas, etc. En ese sentido, La Fura dels Baus y Carlus Padrissa ofrecieron una escenografía fiel a su estética y repleta de artilugios tecnológicos, pero coherente con la trama de la obra. Tres elementos configuran esta propuesta: primero las grúas que sirven para situar a los dioses en un plano superior o dotar a los gigantes de dimensión adecuada. Segundo: el cuerpo humano (imprescindible en la Fura), utilizado para representar el tesoro y el Walhalla. Tercero: el uso de proyecciones cinematográficas, recurso muy de moda últimamente en las producciones wagnerianas; en ese sentido, destaca el parecido de las imágenes del agua de la primera escena, con las de Sellars y Viola para su Tristan (París 2005) o las imágenes de la tierra que recuerdan a las usadas por Eichinger para Parsifal (Berlín 2005).

Ahora bien, la versión de Padrissa es un buen reflejo de la trama, pero entendida casi como fábula; falta profundizar más en los personajes y los impulsos que los mueven. Temas como la codicia, el poder, los deseos, la infelicidad, etc., no se pueden plasmar sólo con tecnología, es necesario una mejor dirección de los cantantes; pero al estar muchos de ellos en una estática grúa, resultaba muy difícil, de forma que el dinamismo tecnológico contrastaba con la quietud de los personajes. La Tetralogía no es una mera fábula de dioses y héroes (habrá que ver cómo se desarrollan las tres jornadas restantes).

Víctima del estatismo escénico fue la interpretación de Juha Uusitalo como Wotan. El barítono posee suficiencia vocal para afrontar el imposible papel (sería deseable algo más de peso en el centro-grave); sin embargo, psicológicamente el papel no está maduro, por ejemplo: su codicia por poseer el anillo parecía más un capricho de reyezuelo que un deseo existencial. Un simpático Loge (John Daszak), apareció subido a un Segway que le permitía correr por la escena paralelo a la escala cromática que lo identifica. Franz-Josef Kapellman sin artilugios técnicos fue un Alberich magistral tanto vocal como escénicamente. Otro tanto habría que decir del veterano Matti Salminen encarnando a un Fasolt con tiernos tintes y mostrando que se puede actuar incluso sobre una grúa. Del resto del reparto hay que destacar la clara voz de Sabina von Walther como Freia y la sólida Erda de Wyn-Rogers.

Mehta de nuevo magistral, dirigió con seguridad e intensidad una versión bastante ágil; aunque algunos detalles no convencieran como el exceso de timbal en la entrada de los gigantes. En cualquier caso, sacó el máximo de una orquesta que salió a recibir los aplausos sobre el escenario (al estilo Baremboim).

Das Rheingold (El oro del Rin) de Richard Wagner.
Palau de les Arts, 28-IV-07.
Director Zubin Mehta dirige a la Orquesta de la Comunitat.
Dirección de escena: La Fura dels Baus
Intérpretes: Uusitalo, Bannik, Vilar, Draszak, Salminen, Milling, Kapellman, Siegel, Larsson, Walther, Wyn-Rogers, Vázquez, Naidum y Minutillo.

 

LAS PROVINCIAS
2 Mayo 2007

CULTURA
De bueno a mejor

César Rus

La segunda jornada de la Tetralogía propuesta por la Fura del Baus y dirigida por Mehta, se salda con una destacable mejora tanto musical como escénica respecto al ya notable nivel mostrado en Rheingold.

No es fácil dar un Do sobreagudo, hacerlo mientras te balancean en una grúa tiene un mérito añadido; pero no se mide a una Brünnhilde sólo por los Hojotoho! (que Jennifer Wilson cantó con facilidad de emisión y potencia) es el centro de la voz el que tiene que tener el peso adecuado. En ese sentido, la soprano demostró tener medios suficientes como se vio en el inicio de su escena con Siegmund; además, la voz de la soprano posee una notable belleza algo muy raro en las Brünnhilde de las últimas décadas.

Era la primera vez que interpretaba el rol y cierto nerviosismo es comprensible; así se vio en el inicio de la tercera escena del último acto, donde la cantante parecía pendiente de la célebre frase dem Willen, der dem Wälsung mich desellt, ihm innig vertraut que ejecutó con maestría y cuya última nota mantuvo cuatro en lugar de dos compases, emulando así a las grandes.

La inmadurez del Wotan mostrada en Rheingold , no era más que parte del retrato que Juha Uusitalo hace del personaje, que en Walküre gana en madurez y profundidad. Lo demostró en el monólogo del segundo acto con un Wotan vencido ante los acontecimientos, que comienza con voz totalmente apagada y culmina con ese quebrado Das Ende! , así como en la ternura con la que el padre besa a la hija en la escena final.

Magistral el Siegmund de Seiffert especialmente en el primer acto; impresionó en los Wälse! de rigor, pero emocionó por el lirismo heroico mostrado en Winterstürme wichen den Wonnemond . Menos convincente en la escena con Brünnhilde en la que le faltó al tenor más solidez en el grave. A su lado, Schnitzer ofreció una Sieglinde atormentada y, en lo vocal, totalmente entregada. A eso hay que añadir a un magnífico Matti Salminen retratando un acechante Hunding.

Mehta volvió a ofrecer su Wagner vivo e intenso; mostró delicadeza con los cantantes y agresividad cuando fuera necesario. Impresionantes esas Walkirias que la Fura hace cantar sobre las grúas encima del foso. Por lo que respecta a la escenografía, sigue la línea marcada en Rheingold , sólo que esta vez dejando más libertad a los cantantes que están sobre la grúa lo justo.

Mención aparte merece ese primer acto, que nos muestra a unos welsungos que se olisquean casi como lobeznos. De nuevo, la Fura guardó lo mejor para el final con la imagen del fuego rodeando a Bünnhilde mientras Wotan (con traspiés incluido) preside la escena.

Die Walküre (La Valquiria) deRichard Wagner.
Palau de les Arts, 30-IV-07.
Director Zubin Mehta con la Orquesta de la Comunitat.
Dirección de escena: La Fura dels Baus
Intérpretes: Wilson, Uusitalo, Seiffert, Schnitzer, Salminen

 

El Levante
30.4.2007

MÚSICA CRÍTICA
No fue oro todo lo que relució

Alfredo Brotons Muñoz

Siendo la legibilidad del discurso argumental y musical la facilidad que de entrada y sobre todo en el Anillo se ha de dar al espectador, el comienzo de este montaje de El oro del Rin y por tanto de la primera Tetralogía en el Palau de les Arts resultó prometedor. Quizá en los últimos compases del preludio se habría deseado un punto más de acentuación en los arpegios de las cuerdas, pero la estilización inevitablemente extrema del fondo del río se salvó con un eficaz empleo del elemento agua. Los chapuzones no hicieron perder en absoluto comba ni tono a ninguna de las Hijas del Rin, entre las cuales, por belleza de timbre e intención en el fraseo, la Flosshilde de Hannah Esther Minutillo destacó sobre las simplemente correctas Woglinde de Silvia Vázquez y Wellgunde de Ann-Katrin Naidu.

Cuando, terminados los juegos de seducción, Alberich se puso a perseguir a las ninfas, sus lentos aunque bastante firmes pasos no casaban con la vivacidad con que supuestamente los seguía la orquesta. Si La idea del triple parto del oro no carece de interés, de su puesta en práctica sólo se debieron de percatar los ocupantes de las filas delanteras de platea que además se hubieran leído la entrevista de Justo Romero a Carlus Padrissa, el director de escena de la Fura dels Baus, en el programa de mano no gratuito.

A Zubin Mehta, siempre tendente a los tempi cómodos y la gestualidad, se le escapó el subrayado de algunos motivos "fijos", aquellos cuyo mínimo o ningún desarrollo posterior aumenta su importancia como mojones en el camino. El primero fue el de la maldición del amor cuando lo enuncia Woglinde; el segundo, el de la fidelidad doméstica, ya en la segunda escena.

La ubicación de dioses y gigantes en lo alto de grúas empezó pronto a perder la eficacia de su impacto inicial. A la larga, se echó de menos el movimiento de actores que impedía; por lo pronto, el diálogo entre Wotan y Fricka con que arranca la segunda escena transcurrió en valle, también en buena medida debido a la falta de madurez de Juha Uusitalo y Anna Larsson, lógica por otro lado teniendo en cuenta la juventud de ambos. Más juego dio el patinete a motor en que se desplazaba Loge, pero los medios más bien líricos de John Daszak no le permitieron dotar al personaje de suficiente hondura. Él y el director desaprovecharon las estupendas oportunidades de producir emoción que sucesivamente ofrecen el aria del racconto del semidiós y su retransmisión en directo de la huida de los gigantes con Freia. Pese a su brevedad, en este rol llamó por cierto la atención el hermoso color vocal de Sabina von Walther.

Por fin con todos los personajes en el suelo y con los decorados (un matadero humano) al servicio de quienes los encarnaban y no al revés, la tercera escena fue la mejor librada en lo visual, especialmente en su primera parte. El Mime de Gerhard Siegel, con la voz perfectamente adecuada al temperamento gritón de este nibelungo, se sobrepuso incluso a la incapacidad de evocación de los tiempos felices demostrada por la orquesta y pareció estimular a Franz-Josef Kapellmann, cuyo Alberich fue ganando en consistencia a partir de ahí. No así a Wotan y Loge, cuya reacción a la aparición de la serpiente pasó inadvertida de tan tibia. Para las metamorfosis propiciadas por el yelmo, sencillamente se apagó la luz: un procedimiento tan expeditivo como hoy en día superable.

La orquesta, que al final de la segunda ya había logrado una descripción muy sensible del decaimiento general de los dioses como consecuencia de la privación de las manzanas de oro, acertó también en la de su recuperación de la vitalidad con la aproximación de los gigantes trayendo a Freia. De la acumulación del oro no molestaron las viscosas figuras arrastrándose por el suelo, sí la escasa relevancia que Mehta otorgó a ese pasaje, y la menor aún que mereció una huida de los nibelungos por lo demás físicamente omitida. El Fasolt de Matti Salminen, en todo momento muy superior en musicalidad al Fafner de Stephen Milling, dio su última lección de canto en esta ópera con las sentidas frases con que deploró la pérdida de Freia y advirtió el brillo de los ojos de ésta a través de la rendija que había de tapar el anillo.

La plataforma averiada impidió que Erda emergiera, como es prescriptivo, de la tierra. A Catherine Wyn-Rogers, que seguramente estará espléndida en muchos otros cometidos pero a la que para éste le falta no tanto potencia como anchura, hubo que introducirla y sacarla por un lateral en un artilugio del que en la penumbra no se acabó de distinguir bien ni su forma ni su función simbólica si es que alguna tenía. Para entonces, la consciencia de excesiva virtualidad en la escenografía ya era abrumadora, y la pobre resolución de la muerte de Falsot y la nueva ausencia de movimiento real que acompañara al de los sonidos con ocasión de la devolución de Freia no hicieron sino agravarla. La imaginación del público tuvo que poner asimismo la niebla aludida por un Donner, el de Ilia Bannik, tan anodino como el Froh de Germán Villar y cuya elevación por encima del foso quedó en mero efecto sin propósito dramático sustentante. Y lo mismo cabría decir de un final absorbido por la composición plástica de los cuerpos suspendidos al fondo, pero con las Hijas del Rin en off y los dioses sin nada que hacer en medio de la escena vacía.

En resumen, no fue oro todo lo que relució en el primer envite de la gran apuesta del Palau de les Arts en esta su temporada inicial. El montaje escénico no molestó al canto, pero adquirió un protagonismo carente (salvo acaso en la segunda escena, y aun ahí de una manera difusa) de un respaldo ideológico mínimamente sólido que justificara el carácter marginal al que relegó la acción dramática. Entre los cantantes, la palma se la repartieron los veteranos Salminen, Kapellman y, por encima de todos Siegel, mientras que del resto, muy jóvenes en su mayoría, los papeles mejor desempeñados coincidieron por desgracia en la brevedad. La orquesta cumplió con buena letra su tarea desde un foso que se volvió a mostrar de una permeabilidad ideal para las voces, pero Mehta no supo, no pudo o no se atrevió a intentar sondear a fondo una partitura en realidad mucho más rica de lo que así se antojó.

 

LA RAZON.es
8 Mayo 2007

"La Valquiria": Zubin Mehta se sale

Gonzalo ALONSO

Antes de asistir a una ópera hasta el crítico tienen referencias previas. Las de las dos primeras jornadas del "Anillo" valenciano no podían ser mejores. Por una casualidad toca revisar "Walkiria" antes que "El oro del Rhin". El inicio no pudo ser más espectacular, emocionante y acertado. Una estupenda proyección que ocupaba completamente la escena nos trasportaba a toda velocidad, sobre los acordes graves de la cuerda, a una huida en un bosque contemplada desde una cámara en la espalda de quien huye. Aparece una figura humana y aparece un lobo. "Lobo, llamaban a mi padre y lobezno me llamaban a mí", confesará Siegmund en seguida. La Fura se ha estudiado el libreto a conciencia. Este detalle, esta profundidad de conocimientos, continuó durante toda la obra, lo que no es frecuente en las puestas en escena de los "modernos". La Fura parte del texto y lo transporta a la escena con las tecnologías y lenguajes actuales respetando letra y espíritu. Este altísimo nivel no se logra mantener en los dos actos restantes, con relajaciones dramático-escénicas en algunos momentos, con un cierto abuso de proyecciones y el triunfo del lenguaje oscuro de las grúas, que simulan los caballos de los dioses. Algunas iluminaciones son mejorables y el mecano, muy al estilo de las torres de los autores, no aporta nada y, lo que es peor, distrae en la lucha final entre Hunding y Siegmund. En cambio era de esperar mucho más en la escena de la célebre cabalgata, donde no se llegó a la magnificencia de Peter Hall en Bayreuth. Me dicen que "El oro del Rhin" resulta mucho más redondo. Les contaré.

He mencionado Bayreuth y, digámoslo claramente, ya quisieran allí haber contado con un nivel musical similar. Zubin Mehta hace sonar a la magnífica orquesta con la fuerza que se echó de menos en Thieleman Es obvio que el Palau no suena como Bayreuth, pero Mehta está que se sale. Probablemente no haya hoy mejor Siegmund que Peter Seiffert, aunque la voz haya perdido parte de su belleza y frescura al abordar repertorios más pesados. Matti Salminen resulta insuperable como Hunding, todo un lujo. Jennifer Wilson, muy a la vieja escuela, canta con poder, triunfa en los temibles "does" y no grita. Juha Uusitalo debuta como Wotan con más seguridad. La Fricka de Anna Larsson baja algo un nivel envidiable para cualquier teatro de primerísima línea. Dicen que el Real va a reponer la "Tetralogía" de Decaer con López Cobos en el foso. Yo me lo pensaría dos veces mientras la de Valencia esté activa.

Temporada del Palau
"La Valquiria" de Wagner.
P. Seiffert, M. Salminen, J. Uusitalo, P. M. Schnitzer, J. Wilson, A. Larsson.
Orquesta de la Comunidad Valenciana.
Dirección de escena:La Fura dels Baus.
Director musical: Z.Mehta. Palau de les Arts.
Valencia, 5-V-2007

 

LA STAMPA
domenica 6 maggio 2007

Quella Fura di Wagner tra inferno e fumetto

SANDRO CAPPELLETTO
VALENCIA

Una notte raccontò alla moglie Cosima che il suo desiderio più profondo, dopo aver nascosto alla vista del pubblico l'orchestra e il direttore, era quello "di rendere invisibile anche la scena". Richard Wagner non era soddisfatto di come le sue parole e la sua musica venivano trasformate in immagini e gesti: gli sembrava impoverissero il senso più vero del suo teatro. Chissà come avrebbe reagito dopo aver assistito ai priori due titoli de L'anello del Nibelungo allestiti dal gruppo catalano La Fura dels Baus nel nuovo Palazzo delle Arti di Valencia, disegnato dall'architetto Santiago Calatrava. La prua di una nave, la curva di una vela, il dorso di una balena: immagini comunque marine per l'antica città romana e araba che a questa nuova e ancora in costruzione città "delle arti e delle scienze", lunga due chilometri, fiancheggiata da parchi, piste ciclabili, aeree di svago affida buona parte delle proprie attese di rilancio turistico ed economico.

Oro del Reno e Valchiria sono rappresentate con 1'evidenza di un fumetto, disegnato però al tempo delle proiezioni digitali e di Google Earth. Certamente Wagner ha scritto una saga, ma dietro ogni più fiabesca piega della Tetralogia vive la verità interiore di ogni personaggio: e questo gioco scenico spesso la trascura.

Lo spettacolo - lo vedremo a giugno a Firenze per il Maggio Musicale, è costato tre milioni di euro, di cui circa un quarto come compenso per la "direzione scenica", coordinata da Carlus Padrissa - conosce i suoi migliori momenti quando 1'impianto spettacolare e acrobatico incontra il cuore drammaturgico della lettura della Fura: tutto a riconducibile all'uomo. Sono le Figlie del Reno a partorire, aprendo le gambe, l'oro che il nibelungo Alberich ruba. È carne umana - mimi in tuta dorata - il tesoro che gli dei Wotan e Loge a loro volta sottraggono ad Alberich per farselo poi portar via dai due Giganti. È formata da uomini, ed a un'immagine mirabile, quasi un acrobatico numero da circo, la rotonda fortezza del Walhalla, che scende dal soffitto del teatro, si apre per accogliere gli dei e si richiude per proteggerli. Altre volte l'artificio scenico e tecnico - come il ricorso a dei carrelli elevators quasi tronetti sempre in movimento degli dei e delle valchirie - incombe, ingombra, condiziona lo spettacolo, salutato da grandi applausi alla fine dell'Oro del Reno, da un più tiepido consenso dopo Valchiria, molto rischiosa per ogni regista che non sia anche un po' poeta.

L'orchestra della Comunità Valenciana, formata da ragazzi provenienti da 25 paesi selezionati da Lorin Maazel, assunti con un contratto che dal prossimo anno - dice Helga Schmidt, sovrintendente del Palau - diventerà stabile, è stata diretta da Zubin Mehta, che sarà sul podio anche a Firenze.

Le 2 ore e 40 minuti di durata dell'Oro del Reno sono il segnale eloquente di una scelta che privilegia i momenti, numerosi, di intimità cameristica, non incalza, ma accompagna le voci, non si innamora dei momenti più concitati della scrittura wagneriana, a cominciare dal Preludio, e non pigia sul pedale del peso del suono, obiettivo ancora lontano dalle possibilità dell'orchestra, molto affidabile però come intonazione e qualità dei singoli.

La compagnia vocale a di grande livello, con alcune punte di rara eccellenza: su tutti spicca il baritono Juha Uusitalo, un Wotan toccante, parola dopo parola, nel duetto con Brunilde (Jennifer Wilson, grande potenza, minore interiorità). Ed è un gigante vero Matti Salminen, 62 anni, che dà voce a Fasolt e a Hunding. Wagner aveva ragione: basta sentire e immaginare, a volte vedere distrae. Ma i nostri sono gli anni dell'immagine invasiva, e la Fura s'inchina al gusto del tempo.

 

CORRIERE DELLA SERA
1 maggio, 2007

Nani spaziali e maxi-robot L' Oro del Reno a Valencia viene partorito nell' acqua
La Fura sorprendente ma filologica
Il gruppo catalano crea una regia tecnologica ma attentissima al libretto di Wagner. L' allestimento è in arrivo a Firenze

VALENCIA. La scena più forte è che l'Oro del Reno viene partorito dalle tre ondine. Rinchiuse ciascuna dentro una vasca trasparente sospesa nel vuoto, lasciano cadere dal ventre un sacchetto di uova d' oro prontamente raccolte dal nibelungo Alberich. Nella sua fucina, questi ne forgerà un esercito di nani, mentre il Walhalla degli dèi, per restare nella metafora, quello costruito ad alto prezzo dai giganti, sarà una rappresentazione dell' uomo perfetto, del prototipo umano, se così si può dire.

Nella nuova edizione di Rheingold messa in scena a Valencia dalla Fura dels Baus (si vedrà a metà giugno anche al Maggio Fiorentino), chi si aspettava il consueto mix di sesso sangue e violenza che contraddistingue il teatro dei folli artisti catalani, si è invece trovato di fronte a uno spettacolo che più aderente persino alle minutaglie del libretto wagneriano non poteva essere.

Tutto è raccontato; tutto ciò che si dice, si vede sulla scena. Anche troppo, perché questa è un'azione fatta anche di non detti, di pensiero incompiuto, di emozioni a metà. Certo, il racconto viaggia attraverso un linguaggio visivo di forte aggressività, tecnologicamente avanzatissimo, con macchine robotizzate, proiezioni di videografica (per una volta, splendide) e uno stuolo di mimi-acrobati (sembrano nudi ma hanno una tuta aderentissima di pelle chiara) che muovono il complesso meccanismo. Ecco, il meccanismo.

L' altra idea di questo Rheingold è che i personaggi, dèi, nani, ondine o giganti che siano, sono trascinati sopra macchine che ne amplificano la gestualità, ne enfatizzano il pensiero. E sarà curioso vedere come l' idea si potrà tradurre in un titolo tutto dialogo e poca azione come Die Walküre (prima giornata del Ring di cui L'oro del Reno è prologo), in scena due giorni dopo (e così avverrà anche a Firenze).

Spettacolo dunque "impactante", come dicono i valenciani che hanno gremito il teatro del futurista Palau de les Arts, l'edificio di Calatrava che entro primavera 2008 sarà pienamente operativo, con un secondo teatro da camera, un auditorium sinfonico e un' ulteriore sala per cinema e convegni: un'impresa per gente di vasti orizzonti, come non se ne vedono purtroppo in Italia (già annunciata la prossima stagione con Carmen affidata a Maazel e Carlos Saura, il prosieguo del Ring, 1984 di Maazel che verrà anche alla Scala e tanto repertorio).

Spettacolo "impactante", si diceva, ma soprattutto pieno di teatro. E teatralissima è pure la lettura di Zubin Mehta che con l'Orquestra de la Comunitat Valenciana (18 musicisti locali più un centinaio provenienti da 25 paesi) cesella un Wagner meno gagliardo e ferroso di quello fatto per anni a Monaco ma più morbido e trasparente, mediterraneo. Il passo drammatico è misurato, procede lento, ma sostiene e sottolinea la miriade di motivi che, intrecciati per via polifonica, danno sostanza a questa drammaturgia. Era più accattivante il Wagner bavarese ma è tutt' altro che trascurabile quest' ultimo, così meditato ieratico dolente.

Il vivo successo arride poi anche al cast, che è assemblato bene. Juha Uusitalo (Wotan), John Daszak (Loge), Matti Salminen (Fasolt), Stephen Milling (Fafner), Franz-Joseph Kapellmann (Alberich), Anna Larsson (Fricka) e gli altri sono tutti esemplari nel dosare il declamato in modo da definire sempre le sfumature d'espressione più idonee al taglio interpretativo di Mehta: si vede che hanno lavorato a lungo insieme, e che hanno lavorato bene.

Enrico Girardi

 

FINANCIAL TIMES
May 7 2007

A Ring that swims then sinks

By Shirley Apthorp

Underwater opera? Anybody staging Das Rheingold attempts it, since the first act plays out in the depths of the Rhine river. But few productions look wetter than Valencia’s. It helps that the city’s brand-new €300m opera house looks for all the world like a strange, futuristic ship, with the stage well below where the water level should be. Add Rhinemaidens swimming in individual Plexiglas fish-tanks amid vast, bold images of video-projected water, and you have just the sensational start that Wagner must have hoped for.

This is a sink-or-swim Ring for Valencia. The new house’s long- overdue first season has been fraught with problems, with the Intendant Helga Schmidt coming under fire for everything from the collapse of the stage’s hydraulic lifts to inefficient ticketing. To launch straight into the first half of Wagner’s tetralogy with a brand-new orchestra and the anarchistic Catalan theatre group La Fura dels Baus was a risk.

Schmidt minimised potential mishaps by hiring Zubin Mehta to conduct and a big-name cast of Wagner veterans to sing. How much could go wrong?

With La Fura, prone to wild flights of fantasy and not famous for dramaturgical vigour, plenty. But the Valencian Rheingold starts with fantastic promise and stays on course as the evening progresses. La Fura’s director Carlus Padrissa and video designer Franc Aleu have come up with a wealth of evocative images, beautifully realised video projections rich in computer-generated detail. The results are cinematic in scope and full of intelligent detail. Even better, the images work as an integral part of the staging, dynamic and inventive, never purely decorative. The gold itself appears, in a homage to Kubrick’s 2001, as a gigantic gold-plated foetus. In the Nibelheim, Alberich’s minions work with apocalyptic conveyor-belts to manufacture legions of gilded humanoids. Later, chained together, these form the walls of Valhalla. From afar, we watch our planet turn, crack and splinter.

There is little stage direction in the classic sense. Aleu and Padrissa deal in gestures and images, not psychology or character development. Gods and giants are moved about on wheeled, levered lifts, more puppets than actors. Emotional expression is left to the singers. Luckily, most fare well here. Anna Larsson is a forceful Fricka, Franz-Josef Kapellmann an articulate Alberich; John Daszak is charismatic and persuasive as Loge. Matti Salminen almost steals the show as Fasolt, eclipsing the mellifluous but insipid Wotan of his young compatriot Juha Uusitalo.

Zubin Mehta works hard in the pit, producing clean and accurate playing. This is no substitute for a real Wagner tradition, something that cannot be created overnight, but Mehta coaxes and cajoles to impressive effect. Every tradition begins somewhere.

Unfortunately, La Fura’s ideas run out where Die Walküre begins, and all the frenetic promise of Das Rheingold fizzles out into a few projected images above lonely singers in tragic costumes (design: Roland Olbeter and Chu Uroz). Siegmund, Sieglinde and Hunding wear rags and wield bones like the Flintstones gone wrong, the Valkyries are moved dully up and down on their lifts, Brünnhilde’s ring of fire is created by black-clad men with juggling torches – all far below the standards set two nights earlier.

The singing, however, remains first-class. Peter Seiffert’s Siegmund is the real thing, fearless and unflagging, with Matti Salminen back as a formidable Hunding. Petra Maria Schnitzer’s Sieglinde is accomplished and Jenifer Wilson’s Brünnhilde fares well, but Juha Uusitalo confirms the impression he gave in Das Rheingold, that however gorgeous the sounds he makes, it is too soon for him to be singing Wotan.

Valencia’s Ring continues next May, and should be finished in 2009. Perhaps that will be time enough for La Fura to fill in the blanks.

 

Frankfurter Allgemeine Zeitung
Donnerstag 3. Mai 2007


GRAFIK: Die Belebung des Bauwerks ist doch sehr zu begrüßen: Mit dem "Ring" von Valencia hat die soziale Skulptur die Opernbühne erobert - die Burg Walhall im "Rheingold" besteht aus Menschenmaterial. Was die Götter sind, sind sie nur durch Zeitverträge.
Foto: Tato Baeza

Wagner marsch!
Der Rhein fließt durch Valencia: "La Fura dels Baus" inszenieren den "Ring"

VALENCIA, 2. Mai. Das Rheingold lebt. Es sprudelt als rot schimmernder Kaviarregen aus den Plantschbecken der Rheintöchter hervor, kriecht als amorpher Leiberhaufen wie eine riesige, glänzende Larve über die Bühne und wird als Lohn für die Riesen schließlich zur goldenen Menschenpyramide aufgestapelt. Sein Wert erschöpft sich weder im Materiellen noch im Symbolischen, wird vom Produktionsteam des neuen, valencianischen "Rings" weder kapitalismuskritisch dingfest gemacht noch in mythische Nebel versenkt. Das Gold, das Carlus Padrissa von der katalanischen Truppe "La Fura dels Baus" zum Elixier seiner bezwingenden Deutung gemacht hat, ist nichts Geringeres als das Grundprinzip aller Natur: das Leben selbst. Einmal in Alberichs Hände gelangt, wird sein Keim retortenmäßig ausgebeutet. Nibelheim erscheint als Menschenfabrik, die spezialisiert ist auf die Massenproduktion von Goldleibern. Wie Schlachtvieh hängen die Körper auf dieser Industriehalde kopfüber von Fleischerhaken herab: das bloße Material einer stumpfen Fließbandroutine.

Die bildhafte Phantasie von "La Fura dels Baus", jene spezifische Kombination von raffinierter Videotechnik, Lichtregie und "echter" Requisite, mit der sie bekannt wurden, scheint für die visionären, grenzüberschreitenden Ausdruckswelten Wagners geradezu prädestiniert zu sein. Insofern waren die Erwartungen hoch, als nun mit "Rheingold" und "Walküre" endlich die beiden ersten Teile des lange avisierten "Rings" über die riesenhafte Bühne des neuen Opernhauses "Palau de les Arts Reina Sofia" gehen konnten. Die Arbeiten an dem gigantomanischen Bau von Santiago Calatrava hatten sich in die Länge gezogen, die Akustik mußte nachjustiert, ein eigenes Orchester noch schnell aus dem Boden gestampft werden, und so konnte das von Helga Schneider geleitete Haus erst mit Beginn dieser Saison den Spielbetrieb aufnehmen. Gebaut wird zwar noch immer - das Auditorio, zweitgrößter von insgesamt vier Sälen, präsentiert sich ebenso als imposante Brache voller herumliegender Rohstoffe wie das am gegenüberliegenden Ende des surrealen Walfischbaus geplante Restaurant - doch die künstlerischen Ziele stehen fest und werden vollmundig verkündet. Ausgehend vom Schwerpunkt Oper will der Palau künftig auch die Nachbarkünste umarmen. Ein Education-Programm soll es ebenso geben wie eine von Placido Domingo zu verantwortende Nachwuchsförderung, dazu einen Spielplan, der ebenso exquisit wie populär, ebenso anspruchsvoll wie bunt ist. Noch scheint die Anzahl der Vorstellungen zum räumlichen und finanziellen Aufwand nicht recht im Verhältnis zu stehen. Doch immerhin wurden mit "La Fura dels Baus" für das ehrgeizige Vorhaben, gleich in der ersten Spielzeit einen "Ring" zu beginnen, Künstler gewonnen, die den utopistischen Gesamtkunstwerkanspruch des Hauses wie Richard Wagners beim Wort nehmen.

Denn Nibelheims Industriearchitektur scheint unmittelbar inspiriert vom Stahlträgerlabyrinth der Auditorio-Baustelle, der Erda bergende Bretterhaufen gleicht jenen, denen man im unfertigen Restaurant begegnen kann und die Allgegenwärtigkeit des Wassers in der eröffenden "Rheingold"-Szene scheint nicht nur Wagners Regieanweisungen Reverenz zu erweisen, sondern auch der im ehemaligen Flußbett des Turia errichteten, ringsum von Wasser umgebenen Architektur der gesamten Anlage des Palau. Die Bühne wird hier nicht nur videotechnisch von glitzernden Fontänen umspült, auch die Schräge, auf der Alberich ausgleitet, ist real unter Wasser gesetzt. Schließlich tauchen und plantschen die Rheintöchter in durchsichtigen Mini-Pools solange ausgelassen herum, bis Alberich den Stöpsel zieht und die Nibelungen erscheinen, um die verendenen Nixen mit Netzen einzufangen.

Wotans Zugang zur Natur ist zwar stärker dem Geist verpflichtet als der Alberichs, deswegen jedoch keineswegs weniger instrumentell. Walhall ist eine nach dem Prinzip der Selbstähnlichkeit errichtete, ganz aus Menschenleibern bestehende Denkerfigur, die sowohl als Projektion als auch real, als eine in permanenter Bewegung befindliche Skulptur aus Akrobaten, auftaucht und sich fortzeugt. In dieser bildhaft gewordenen Erzeugungsformel, einem großen Netz, verstrickt sich der Gott dann auch im zweiten Aufzug der "Walküre". Spektakulär gerät der Abstieg nach Nibelheim als von Google Earth inspirierter, rasanter Zoom, der optisch durch dicksten Smog hindurch ins Erdinnere führt.

In den besten Momenten der Aufführungen gelingt es "La Fura dels Baus", einen Weg aus dem aktuellen Regiedilemma zu weisen, indem sie eine Brücke schlagen zwischen den fruchtlosen Polen unsinnlich-papierener Regietheaterdeutungen einerseits und einer auf bloße Überwältigung angelegten, idiosynkratischen Bilderflut andererseits. Leider ist jedoch auch die als grandiose Gesamtkunstwerkregie angelegte Inszenierung offenbar nicht ganz fertig geworden. Was im "Rheingold" vielversprechend begann, findet in der "Walküre" kaum eine Fortsetzung. Dort stehen die Figuren bisweilen bloß beziehungslos vor einer sparsam beflimmerten Videowand herum, wie Mobiliar.

Das von Lorin Maazel gegründete Orquestra de la Comunitat Valenciana bewies unter Zubin Mehta, dass es aus vielen ausgezeichneten Solisten besteht. Es spielte blitzsauber, auch sehr prägnant in der expressiven Formung einzelner Charaktere, doch (noch) ohne charakteristischen Gesamtklang. Dem "Rheingold"-Vorspiel und dem Einzug in Walhall fehlte es entschieden an Klangzauber. Mehta erweist sich aufs Neue als ein hoch professioneller Routinier, dessen herausragende Tugend die gelungene Konfliktvermeidung zu sein scheint. Vieles schleppt sich hier spannungsarm dahin, bis an markanten Stellen dann umso wirksamer Tempo- und Lautstärkepegel angehoben werden. Für Knalleffekte hat Mehta durchaus viel Gespür: Der gesamte "Walkürenritt" scheitert in diesem Sinne als ein einziges Blechgewitter. Sängerisch bescherte einem die prominent besetzte Doppelpremiere mit Jennifer Wilsons Brünnhilde, Matti Salminens Fasolt, Iliá Banniks Froh und Peter Seifferts Siegmund erfüllende Momente. Juha Uusitalos Wotan ist eine Offenbarung: wohltönend, differenziert, beseelt. Petra Maria Schnitzer steigerte sich als Sieglinde von Szene zu Szene.

JULIA SPINOLA

 

Frankfurter Rundschau
3. Mai 2007

"Rheingold" und "Walküre" in Valencia
Im Erzählstrom der Bilder
VON JOACHIM LANGE

Ein Hauch von Größenwahn umweht dieses mediterrane Ring-Unternehmen. Das gehört zwar sowieso zur Tetralogie als der künstlerisch-musikalischen und technisch-logistischen Grenzherausforderung für einen Theaterbetrieb, da war ihr egomanischer Schöpfer exemplarisch rücksichtslos. Aber auch das neue Opernhaus in Valencia, dieser nach der Königin benannte Palast der Künste, Palau de les Arts Reina Sofia, ist ein kühner, zu Beton und Form gewordener Architektentraum. Santiago Calatrava hat ihn als Höhepunkt einer ganzen Stadt der Künste und Wissenschaften ans Ende des Flussbettes gebaut, das seit der Verbannung des zuweilen gefährlichen Wassers in eine gefahrlose Umleitung, ganz Valencia durchzieht.

Große Oper in Valencia

An eine Mischung aus Helm und amphibischem Ufo erinnernd, ist der Bau ein von allen Seiten sich öffnendes und zugleich abschließendes Faszinosum aus schwebendem Beton. Mit dem außen und innen dominierenden Weiß kontrastiert im bühnentechnisch üppig bestückten, 1640 Plätze fassenden Hauptsaal dunkelblaue Wandkeramik. Auch hier herrscht eine kühle Anmutung der geschwungenen Formen und eine zumindest für große Oper, erstaunlich gute Akustik.

Dass in Valencia nicht gekleckert, sondern überall geklotzt wird, ist unübersehbar. Hier hat ein von regionalem Selbstbewusstsein beflügelter politischer Wille die Wachstumschancen des Landes genutzt, und immerhin profitiert davon auch die Oper. Sie darf für ihren vor einem Jahr angelaufenen Stagione-Betrieb it einem Jahresetat von rund 50 Millionen Euro rechnen. Und das - im Unterschied zum Teatro Real Madrid und dem Liceu in Barcelona - bislang ohne nennenswerten Zuschuss aus dem zentralen Kulturetat. Die aus Österreich stammende, mit allen europäischen Opernwassern gewaschene Intendantin Helga Schmidt bedient sich nicht nur für ihr von langer Hand anvisiertes, mit dem Maggio Musicale Florenz koproduziertes Ring-Projekt in der Kategorie von Künstlern, die Qualität garantieren und Aufmerksamkeit sichern. Wenn sich der Betrieb eingespielt hat, hat man hier gute Chancen, mit Madrid und in Barcelona mitzuhalten.

Zubin Mehta brachte jetzt das heimische Orquestra de la Comunitat Valencia mit intensiver Probenarbeit schon einmal auf einen beachtlichen Wagner-Standard. Geriet ihm das Rheingold dabei, trotz einiger Pointierungen, bei denen er es förmlich knallen ließ, über weite Passagen noch allzu nebenher illustrierend, so vermochte er zwei Tage später in der Walküre in eine andere Dimension vorzudringen. Die federnde Spannung der Aktanfänge setzte sich jetzt gestaltend fort und wurde vor allem vom Wotan Juha Uusitalo mit dem Versuch, seine Selbstgespräche durchdacht zu gestalten, komplettiert.

Dass man mit einem Künstler wie Matti Salminen immer noch auf der ganz sicheren Riesen- und Hunding Seite ist, war klar. Für seinen Siegmund hatte Peter Seiffert zwar den Souffleurkasten fest im Blick, doch auch seine Stimme in überzeugender Form im Griff. Nicht nur Jennifer Wilsons souveräne Brünnhilde, das Protagonistenensemble konnte sich insgesamt hören lassen. Zwar unterlief mit John Daszak ein belcantistisches Loge-Missverständnis, doch dass Franz Josef Kapellmanns Alberich mehr wie ein Falstaff auf Abwegen wirkte und Gerhard Siegel mit seinem durchgestalteten Mime durch sein Spiel eher die Gestaltungsdefizite um ihn herum verdeutlichte, geht auf das Konto der Regie. Mit der Entscheidung für das spanische Inszenierungsteam La Fura dels Baus setzte Schmidt bewusst auf jene unkonventionell innovative Bilderkraft, die ins Land der Surrealisten und in dieses futuristische Haus passt. La Fura dels Baus wählten einen Zugang, der frei von den mitunter esoterischen Finessen einer verästelten Rezeptionsgeschichte einen dezidiert bildhaften Zugang sucht.

Dabei ist die konstituierende Einbeziehung einer filmischen Dimension keineswegs neu. Zwischen Bill Violas hochartifizieller Bebilderung von Peter Sellars Pariser Tristan-Inszenierung und Christoph Schlingensiefs überbordend assoziativem Parsifal-Schleier ist das auch bei Wagner längst etabliert.

Unter Cineasten

Die Unbefangenheit freilich, mit der in Spanien cineastisch mit dem (und nicht gegen den) Erzählstrom gefilmt wurde, die ist schon neu: dekorativ blubberndes Wasser hinter den drei randvollen Plantschbecken der (exzellenten) Rheintöchter, ein schwebender Goldreif, wenn vom Ring die Rede ist, und die Esche als kreisender Riesenbaum an dem sich eine DNA-Doppelhelix windet, wenn sich die Zwillinge finden.

Autonome Faszination erreicht das in einem monströsen, Menschen produzierenden Maschinenraumungetüm Nibelheim und bei den gehetzten Fluchtvisionen durch alptraumartige Wälder in der Walküre. Der Versuchung, Wotans Rückblicksmonolog in der Walküre mit Filmrückblicken aus der Rheingold-Aufführung zu unterlegen, ist in ihrer Entsprechung zu Wagners Monolog-Technik von solcher Hemmungslosigkeit, dass man ihr nicht richtig böse sein kann.

Ansonsten wird vor allem gestanden und geschwebt. Ein Walkürenruf, der dicht über den Köpfen der Musiker beginnt und viele Meter darüber endet, das ist schon ein Effekt, der sich einprägt. Auch die Großskulptur aus schwebenden Menschen, die sich wie ein Zylinder öffnet, die Götter bei ihrem Einzug in Walhall umschließt und die Burg ersetzt, macht gewaltigen Eindruck. Der Brünnhildenfelsen der wie eine angekippte Riesengeburtstagstorte von lodernden Fackeln umgeben ist, war da noch das Vorhersehbarste.

Als Idee bleibt in diesem archaisch-kosmischen und zugleich naiv-märchenhaften Zugang ein in den Videos erkennbarer Bezug von Alberichs Goldmenschenproduktion im dunklen Unten und Wotans netzwerkartiger Menschenbildnerei, in die sich Walhall in luftiger Höhe auflöst, erkennbar. Ob sich dieser Bezug zur tragenden Idee emanzipieren kann, das wird man erst sehen, wenn sich in den kommenden zwei Jahren dieser Ring schließen wird. Weil bei all dem Maschinen- und Videoaufwand Personenregie so gut wie überflüssig ist, kommt die Szene trotz ihrer modernen Verpackung jenen singenden Kostümstandbildern erstaunlich nahe, die im Foyer an die Ringrezeption um die vorletzte Jahrhundertwende herum erinnern.

Manchem deutungsmüden Wagnertouristen aus Mitteleuropa dürfte das trotz der virtuellen Verpackung recht sein. In Valencia jedenfalls war dieser Ring-Auftakt ein großer Publikumserfolg.

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Dokument erstellt am 02.05.2007 um 16:44:01 Uhr
Letzte Änderung am 02.05.2007 um 17:47:01 Uhr
Erscheinungsdatum 03.05.2007